¡Fantasmas!

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Buenas noches, Lucía.

Ando leyendo estos días un libro maravilloso, titulado Ghosts of the Tsunami, escrito por Richard Lloyd Parry, un periodista corresponsal en Tokyo desde 1995 para diversos periódicos británicos, y que, inexplicablemente sigue sin publicarse en nuestro idioma, un misterio que no soy capaz de entender.

En este libro, que es una suerte de crónica, investigación detectivesca y ensayo, publicado originalmente en 2017, Parry nos cuenta una serie de acontecimientos que tienen su origen en el terremoto de Japón de abril de 2011, de escala 9.1 en Richter, y el tsunami que tuvo lugar justo después, y que arrasó gran parte de la costa de la prefectura de Miyagi, al norte de Tokyo, provocando más de 18000 muertos. Para que nos hagamos una idea, Lucía, el terremoto de Lorca, que ocurrió en mayo de ese mismo año (¡10 años han pasado ya!), alcanzó una magnitud de 5.1. El de Granada, de esta misma semana, 4.4.

Parry viaja al epicentro de la catástrofe, el pueblo de Kamaya, a escasos kilómetros de la costa, y, en medio de tanta muerte, él se preocupa por los supervivientes. Por aquellos que se salvaron de la muerte y de la destrucción. Que consiguieron escapar. Pero es imposible escapar de los muertos, Lucía.

El libro del autor inglés está lleno de fantasmas. De ahí su título. Los espíritus de los niños, de los abuelos, de las peluqueras y los carteros, pero también de los perros, de los gatos, de las mascotas que murieron bajo las olas o amarradas en las casas abandonadas, tras la evacuación forzosa. Historias de llamadas recibidas desde casas desaparecidas bajo el oleaje. De charcos de lluvia desde los que nos observan los muertos. De viajeros en taxi que desaparecen en mitad de la carrera.

Una de las historias más interesantes qué cuenta sí está traducida al castellano, en un libro dedicado a Japón publicado por una editorial de viajes, Geoplaneta, dentro de la colección The Passenger, con la que practican una forma distinta de entender qué necesitamos conocer antes de llegar a un país.

En el capítulo que se traduce aquí, Parry nos cuenta la historia de Kaneda, un monje shintoista (la religión tradicional japonesa) que tuvo que hacer frente a una epidemia de posesiones. En concreto sabemos de una joven, Rumiko, a la que el sacerdote exorcizó, durante el verano de 2013, hasta en 25 ocasiones. Muertos por el tsunami, durante el tsunami y después del tsunami, ocupaban el cuerpo de la muchacha, desconcertados, desorientados, sin saber qué le había pasado. Como el hombre que sobrevivió para suicidarse al descubrir que ninguna de sus dos hijas lo había logrado. Padres que buscaban a sus hijos, e hijos que buscaban, aterrados, a sus padres. O a sus hermanos. Jóvenes. Ancianos. Y niños, muchos niños.

Es difícil ser un superviviente. Esto algo que sabemos desde hace mucho tiempo, porque los muertos no te abandonan nunca. Están ahí, ya para siempre, justo donde podemos percibirlos, pero no verlos. Y las preguntas que nos hacen son siempre las mismas: por qué tu y yo no.

Son casi 60.000 ya, Lucía, desde febrero del año pasado. De esos, 1000 aquí, en Murcia. Esperando que alguien se digne a escucharlos.

Hasta la semana que viene, Lucía.

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